Según el último Informe del consumo de alimentación en España 2016 del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, en los hogares españoles se tiran a la basura semanalmente 24 millones de kilos de alimentos en condiciones de ser consumidos. Si nos fijamos en un periodo de un año (de octubre del 2015 a septiembre del 2016), la cifra se incrementa a 1.245,9 millones de kilos de alimentos tirados a la basura. Toda esta comida despilfarrada representa el 4,3 % del total de los alimentos que se compran en los hogares.
La mayoría de los alimentos que acaban en la basura, el 85,6 %, son frutas, verduras, hortalizas y pan, y en una proporción mucho menor, el 14,4 %, son alimentos de recetas cocinadas en casa y tirados a la basura directamente del plato o de la nevera; de estos, los productos que más se desperdician son las elaboraciones con legumbres y carne y las sopas, cremas y purés.
Sin embargo, es necesario decir que, a pesar de estos 1.245,9 millones de kilos de alimentos desperdiciados en los hogares del Estado en un año, la cifra representa un descenso del 6 % respecto al periodo anterior, es decir, se tiraron 80,1 millones de kilos menos.
A la hora de cocinar, Bach remarca la importancia de adaptar la cantidad al número de comensales y de reaprovechar los restos para hacer nuevas recetas. En caso de que comamos fuera de casa, la nutricionista explica que se puede contribuir a disminuir el desperdicio de alimentos pidiendo un recipiente para llevarse las sobras y poderlas reaprovechar.
Tendencias de consumo: más platos preparados y menos carne y pescado
Las profesoras de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC Alicia Aguilar, Anna Bach y Laura Esquius dan los siguientes consejos para fomentar los productos de proximidad y de temporada:
- Informarse de la procedencia de lo que se come: leer las etiquetas de los alimentos y averiguar de dónde proceden y qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca han sido empleados. El consumo de proximidad mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad y contribuye a una alimentación sana.
- Priorizar los alimentos locales y de temporada: garantizar el consumo de productos frescos, con todo su sabor y sus propiedades nutritivas naturales y una mejor relación calidad-precio.
- Comprar de forma responsable: el transporte de los alimentos hasta los mercados contamina el medio ambiente y consume mucha energía. Apostar por los productos locales, de proximidad y de temporada comporta menos consumo de combustible.
Adquirir buenos hábitos alimentarios desde pequeños
Para Anna Bach, el proceso de adquisición de hábitos alimentarios va estrechamente ligado al desarrollo de la persona y de su salud, y los niños se encuentran en una etapa idónea para aprenderlos, «mediante una educación alimentaria que implique necesariamente el entorno familiar y el entorno escolar». El objetivo, añade, es promover una alimentación variada, equilibrada y saludable en la adquisición progresiva de hábitos vinculados al proceso alimentario que contribuyan a la prevención de trastornos como el sobrepeso y la obesidad, entre otros. «La alimentación mediterránea cumple con creces estas condiciones», concluye la experta en nutrición.
La dieta es clave para la salud
Los hábitos de no fumar, seguir una dieta rica en frutas y verduras, mantener un peso normal, hacer actividad física de forma regular y no beber alcohol o hacerlo con moderación reducen el riesgo de padecer cáncer de colon un 37 %, de mama un 26 % y gástrico hasta un 51 %, según recogen losestudios médicos. Para minimizar el riesgo de padecer cáncer, la nutricionista y también profesora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC Laura Esquius explica que deben priorizarse los alimentos de origen vegetal, por lo que deberían ingerirse todos los días al menos cinco raciones (como mínimo 400 g) de vegetales no feculentos ricos en fibra (verduras y hortalizas) y frutas, y debería incrementarse el consumo de cereales no refinados y legumbres, además de limitar los cereales refinados. También aconseja limitar la ingesta de carne roja y evitar el consumo de carnes procesadas, ya que un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) asocia la ingesta de este tipo de alimentos con un incremento del riesgo de cáncer colorrectal. «La ingesta de alimentos de origen animal debería hacerse en cantidades moderadas», apunta Esquius.
Los expertos